El impacto con la berma no hace que reduzca su acelerada huida. Desciende del vehículo y corre sin mirar atrás, sabiendo que nada detendrá a sus persecutores. Sabe que son sólo dos y a uno logra identificar: el Carnicero. Choca con un par de transeúntes en su desaforado escape. Solo espera que ella haya confiado en él por última vez y esté esperándolo en el lugar acordado. Un par de silbidos agudos, seguidos por una ronca explosión en sus oídos, le hacen saber que están cerca y que nada los detendrá.
Aprovecha un intersticio en un edificio para cargar nuevamente la Beretta 9mm. Se ajusta el cuello de la gabardina y mira hacia atrás apuntando con su arma y dispara.
Corre nuevamente y divisa la esquina. Con su mano izquierda toca el bolsillo interno de su chaqueta, asegurándose de que el boleto ganador de la lotería siga ahí. “¡El cobro es al portador!”, piensa mientras reanuda su trote. “¡A ella no la conocen, no tienen como llegar a ella… no deben verla!”. Se detiene y se apresura a disparar. El culatazo del arma es un movimiento asumido por su brazo derecho ya acostumbrado a este ejercicio tan particular. Vibra su celular.
—Ya estoy acá y por lo que veo hay costumbres que no dejas, como las de llegar tarde —le responde automáticamente una voz femenina que, si bien es dulce, deja claro pertenecer a un carácter firme y decidido.
—¡Espérame 5 minutos! ¡Es la última vez que te hago esperar, Marcela!
—Ese cuento ya lo he oído, Esteban. Es lo que me hizo dejarte. Me aburrió que yo y tus hijos fuéramos tu segundo plato en todo.
Esteban Orellana era un hombre serio a ojos de sus colegas contables. No entabló amistad ni cercanía con ninguno en los seis años que llevaba en la firma. Su vida de barrio no distaba mucho de la laboral: sus vecinos dirían a la policía que solo lo conocían de vista y que en octubre de 2019 se rehusó a formar parte de los turnos de vecinos que impidieron que el supermercado del barrio fuera saqueado. Llevaba seis meses separado de hecho, aunque también para ello fue previsor. Su relación con la mujer que ahora lo esperaba a cinco minutos de distancia, madre de sus hijos por lo demás, se limitó al concubinato y toda posesión marital adquirida en los ocho años que estuvieron juntos estaba a nombre de ella. Hace unos meses, recordando una vieja costumbre de su difunto padre, comenzó a jugar juegos de azar.
Nadie sabía de su vida en paralelo. De esa existencia ruin que lo convirtió en asesor financiero de uno de los narcotraficantes más temidos de la ciudad. Mano derecha del Hijo de la Muerte, así lo presentó el Carnicero, uno de los hombres que ahora lo perseguía.
—¡Vamos buey, dejemos esto, el jefe te perdonará! —oyó que le gritaba el Carnicero desde la esquina opuesta, oculto detrás del vendedor de maní confitado.
—¡La plata que perdiste no es nada para el patrón, te disculpará!
—¡Seguro! No dejaré que me toques ni un pelo, huevón —respondió apretando el gatillo, sintiendo ese temblor ya tan acostumbrado de su brazo, que terminaba en el hombro dejándole una sensación de rigidez en la nuca.
El disparo es certero, el Carnicero había mostrado vulnerable su lado derecho para apuntar mejor y la bala fue a alojarse en su vientre, uno de los lugares más dolorosos del cuerpo. El Carnicero se desploma sobre el carrito de maní, dejando una capa humeante y edulcorada sobre el pavimento.
Ciento cincuenta millones de pesos y doscientos mil dólares, esa es la cantidad miserable a ojos de su patrón, la cantidad que Esteban en una noche de lujuria se había despilfarrado en el Enjoy de Coquimbo. Juegos, alcohol, droga y mujeres habría indicado la factura, si ese tipo de juergas fuera facturable.
Como un extraño designio del destino, la mañana siguiente comprobó que el cartón de lotería que compró al llegar al aeropuerto de La Serena era el ganador. Setecientos millones de pesos.
—¡Conchetumare, mataste a mi hermano! —sale gritando a simple vista el segundo persecutor de Esteban desde la esquina opuesta. Es sólo un joven que con suerte comienza sus veintes.
Esteban, acorralado, descarga su arma en el cuerpo del joven.
“¡Qué más da!”, piensa. Ya todo está decidido, solo debe llegar donde Marcela.
Corre entre los gritos de la gente y el ulular de las sirenas que comienzan a inundar el ambiente. Posa su pie en la vereda y algo lo pica, una herida de bala en su pantorrilla que no había notado. Entonces la ve.
—¿Qué te pasó? ¡Esteban, estás sangrando!
—¡Toma, no preguntes, cóbralo, dile a los niños que los amo! —le dice a Marcela pasándole el cartón de lotería premiado.
—¿Qué es esto?
—¡No preguntes, ándate, ándate ya!
—¡Esteban qué es esto!
—¡Ándate Marcela por la cresta!
Para un taxi en la esquina y a empujones hace subir a Marcela al vehículo.
—¡Te amo, que no se te olvide! —cierra la puerta y con un ademán violento le da a entender al conductor que debe partir.
Con Marcela ya en marcha cruza la calle y revisa su arma. Aún quedan dos tiros en la Beretta.
“Qué tan difícil puede ser”, piensa mientras posa el arma en su sien derecha. El soundtrack de la escena son gritos y sirenas y su celular que no deja de vibrar.
El derrape de un vehículo lo hace despertar del letargo.
—¡Vamos, sube! —le dice un desconocido desde el vehículo casi sin detenerse— ¡Sabemos todo, te ayudaremos a escapar!
FIN
¿Te gustó el relato?
Por favor puntúalo a continuación y visita más abajo la sección de comentarios.
¡Participa en la discusión en torno a este relato!
Hola es interesante despierta tu curiosidad de hacia donde va la istoria te atrapa el suspenso y me gustaría que ubiera un fin porq dónde quedó el relato ay para alargarla mucho más saludos
Hola Yolanda
Efectivamente, al ser un final abierto da para que la historia pueda expandirse, quizás existan más capítulos en el futuro. Muchas gracias por tu comentario. Saludos.
Hola Frida, el final es abierto, deja un poco a interpretación del lector, de todos modos para profundizar tu comprensión te invito a leerlo nuevamente, gracias por tu comentario, saludos.
Contador Auditor de profesión. Lector entusiasta de terror, ciencia ficción y novela histórica. Apasionado de la escritura. Ha participado en diversos talleres literarios. Cuentos suyos han aparecido en las antologías “En-cuentos Online: Ficciones para Zoomergirse” (Signo Editorial 2021) y “Monstruos de Navidad” (diciembre 2022) e-book de descarga gratuita.
Se encuentra trabajando en su primera novela y en una antología sobre mitos de la Isla de Chiloé junto a un grupo de escritores amigos.
Hola es interesante despierta tu curiosidad de hacia donde va la istoria te atrapa el suspenso y me gustaría que ubiera un fin porq dónde quedó el relato ay para alargarla mucho más saludos
Hola Yolanda
Efectivamente, al ser un final abierto da para que la historia pueda expandirse, quizás existan más capítulos en el futuro. Muchas gracias por tu comentario. Saludos.
Hola, me explicas el final?
Hola Frida, el final es abierto, deja un poco a interpretación del lector, de todos modos para profundizar tu comprensión te invito a leerlo nuevamente, gracias por tu comentario, saludos.