2 Comentarios

Noche de navidad

Tags:

Loading

Cuando revisó el catálogo de acompañantes de Navidad, buscó un hombre parecido al que hasta ese día era su vecino. Al que había conocido hacía doce años atrás: alto, ojos azules intensos y de cabello, cano. Después de chequear el cuadernillo virtual por casi cuarenta minutos, lo encontró. Era lo más cercano al hombre que la había seducido tan solo con una mirada y al que no había podido olvidar nunca más. Sí, se parecía mucho. Era perfecto.

Era las nueve de la noche de la víspera de Navidad del año 2052 y Nina ya estaba lista: vestida, maquillada y expectante de la llegada de su cita de la noche, el hombre que había seleccionado en el catálogo virtual, como estaba permitido cada año. Sí, porque era una de las dos fechas en el año que se podía pedir el servicio de compañía: en Navidad o en el cumpleaños. Podía solicitarse la “compañía amiga” o un “acompañante amoroso”, como se denominaban en el folleto electrónico.

En las afueras del hogar de Nina, por todas las calles de la gran Metrópoli se escuchaba la alegre música navideña que el gobierno colocaba cada año en la ciudad amurallada más próspera del orbe. Todos sabían que se trataba de un símbolo de benevolencia del Jefe de Estado y todos ansiaban ese momento, porque querían sentirse más normales, como lo fueron hasta el 2025, cuando todo cambió.

Mientras esperaba al hombre que en su mente esa noche sería “su vecino”, Nina colocó en su reproductor de música los villancicos que había podido rescatar de su hogar en ruinas, después de la gran guerra de países.

Cuando escuchó los primeros acordes musicales no pudo evitar llorar. Esos cantos le recordaban a su madre, le recordaban las navidades con pan de pascua recién horneado y el ponche dulce, casi sin alcohol, que disfrutaban ambas. Recordó su bondad y todo lo que le enseñó, porque gracias a eso pudo subsistir en esa realidad que odiaba y que la tenía muerta en vida.

Las reglas ciudadanas impuestas por el dictador del país los obligaba a alcanzar las metas económicas y militares y les tenía prohibido socializar, porque los hacía débiles frente al enemigo. El exitoso modelo, copiado por otras naciones, permitía la ejecución pública de los familiares de aquellos que se rebelasen. Y los que osaran mostrar afecto amoroso, podían ser encerrados de por vida.

Fue por esa razón que el amor de Nina con su vecino Rafael nunca pudo concretarse. El primer indicio de acercamiento entre ambos terminó con una advertencia y jamás volvieron a cruzar palabra. Solo un par de veces un “buenos días” o un “adiós”. Y como no fueron trasladados de sus hogares, Rafael seguía siendo su vecino. Así, cuando podía, Nina lo miraba de reojo y, a solas en su habitación, le escribía cartas de amor que luego quemaba. Soñaba que estaba en la cama con él y después lloraba, porque se sentía muy infeliz.

Como se acercaba la hora de la llegada del acompañante de la noche de Navidad, Nina retocó su maquillaje otra vez. Por medio de la nueva tecnología, lograba verse más joven, de unos 40 años, la misma edad que tenía cuando conoció a Rafael. La edad en que eran llamadas las mujeres de intelecto superior a servir a la patria, porque las de capacidades inferiores no recibían instrucción y se quedaban en la comunidad dedicada a dar luz o criar a los nuevos habitantes de la gran Metrópoli, o se les podía incluir en los catálogos de acompañantes u otras labores inferiores.

El timbre sonó y al mirar por el ojo de la cerradura, Nina no pudo creer que estuviera viendo el mismo rostro del hombre del que estaba enamorada. Abrió la puerta y lo abrazó, lo miró a los ojos y lo besó. Por un instante se sintió en los brazos de su amado: era la mujer más feliz del mundo.

La noche comenzó con las indicaciones de Nina al acompañante, que incluían improvisar de acuerdo a lo que estuvieran conversando y que todo el tiempo respondiera al nombre de Rafael. Él aceptó y la noche comenzó con besos, vino y risas. De pronto no supo cómo ya eran las 12 de la noche. Miraron desde el balcón las luces de Navidad de las viviendas, colocaron una y otra vez los villancicos de su madre y se fueron a la cama, como dos amantes felices. A las cinco de la mañana, Nina sollozaba sin parar, lo que despertó al acompañante.

−¿Por qué lloras, Nina? Creí que estabas feliz, porque yo verdaderamente disfruté este momento contigo.

−Lo siento Rafael… no… no… perdón que te diga así. ¿Cuál es tu nombre?

−¿Pero para qué quieres saber? Eso no importa para nada, tú sabes que no nos volveremos a ver. Sabes que está prohibido volver a contratar a la misma persona. Igualmente, para todos los efectos, soy D-845, tal como me encontraste en el catálogo virtual.

−Por favor, te lo pido, dime tu nombre, quiero saberlo.

-Ven aquí, disfrutemos estos momentos juntos –dijo el amante nocturno, mientras acariciaba los suaves y blancos senos de Nina.

̶ Necesito saberlo, quiero recordarte como el hombre que me regresó por un par de horas a la vida.

D-845 alejó delicadamente a Nina, acomodó su cabello desordenado y la miró desafiante.

−No te entiendo, quieres fantasía y ahora necesitas realidad. ¿Quién las entiende? ¿Por qué no te quedas con que soy tu Rafael y ya?

̶ Sí, quiero fantasía, pero no eres Rafael y cuando regrese a mi rutina, también quiero recordar el nombre de la persona que realmente estuvo conmigo.

̶ Sigo creyendo que no es necesario, pero ok, para que seas feliz: mi nombre es Ricardo.

Nina sonrió y tomó la blanca y cálida mano de su amante.

−Gracias, Ricardo. Sí, es verdad, lo más probable es que no nos volvamos a ver, pero me has hecho inmensamente feliz, como no te imaginas, porque he tenido una simulación de lo que nunca en la realidad tendré.

−Consuélate, Nina, todos vivimos tu misma frustración  ̶ el hombre miró al techo de la habitación con un rostro ausente−. Por lo menos tú puedes trabajar usando tu inteligencia, yo no alcancé tu nivel y me asignaron este trabajo. Por mí estaría muerto, porque no hay esperanza ni para ti ni para mí.

Nina abrazó a Ricardo, lloró, y por unos segundos, volvió a ver el rostro de su amor en la mirada de ese hombre, que resultó ser más tierno de lo que esperaba.

Al terminar aquella noche de Navidad, a las 6 de la mañana y tal como la ley lo establecía, Nina despidió a su amante nocturno. Abrió la puerta y le dio un último beso apasionado, que también era permitido por el Estado.

Fue en ese momento cuando Nina vio salir desde la puerta de su amor, su vecino Rafael, a una mujer casi idéntica a ella misma. Las miradas perplejas de Nina, Rafael, los acompañantes y el militar asignado al lugar, lo dijo todo.

De pronto una carraspera incómoda del oficial interrumpió el momento y los acompañantes, rápidamente, se deslizaron hacia la salida del edificio. De golpe, las puertas de los departamentos de Nina y Rafael, se cerraron.  A lo lejos, se veía el titileo de las luces de Navidad y aún se escuchaban los villancicos confundidos con la melodía de noche de paz, hasta que las horas transcurrieron y todo se desvaneció por completo, dando paso a la rutinaria vida de la Metrópoli más poderosa del mundo en el año 2052.

FIN

¿Te gustó el relato?
Por favor puntúalo a continuación y visita más abajo la sección de comentarios.

¡Participa en la discusión en torno a este relato!

4 6 votos
Puntuación
Suscríbete
Notifícame acerca de
guest

2 Comentarios
Recientes
Antiguos Más Votado
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios
Denisse martinez

Me gusto, es algo innovador, donde viven sus vidas privadas de sentimientos, sin poder expresar lo que sienten, encerrados en lo que se supone que es su hogar.

Entradas recientes

Comentarios recientes

Entradas similares

Mostrar Botones
Esconder Botones
2
0
Por favor deja tu comentario.x