No la encuentro. No la veo. ¿Pero cómo? Si estaba recién ahí, frente a mí. ¡Sólo bostecé! ¿Cómo pudo ser? ¿Entre los árboles? ¿Entre la gente? ¿Y ese sonido? Ah, es mi corazón. No puedo gritar. Mi lengua está seca, áspera, pegada. ¿Había tanta gente? Las palomas se llaman miedo, suciedad y algarabía y no me dejan avanzar. Pero no. No debo perder la referencia. ¿Cuántos pasos caminé? Debo retroceder, volver al punto inicial. Es difícil encontrar una referencia entre toda la gente moviéndose como rio turbio en una ladera al atardecer. ¡Uff…! que viento. El pelo me estorba en la búsqueda y dobla mi esperanza, como palmera en tormenta tropical. ¿Dónde está? ¿Dónde se metió? ¿Qué me miran? ¡Ayúdenme a buscar! No me puede estar pasando. ¿Dónde estaba la última vez? Allí. A ver. Mira de nuevo. No. Esa no es. Al lado… tampoco… No. No la veo. Tengo que llamar a los guardias. ¿Habrá guardias? Pero si los voy a buscar, me alejaré. No puedo. Debo estar aquí. Ella debe estar ahí, entre la gente. Es sólo que no la veo. Esa señora me mira. ¿Y si le cuento? Tal vez me ayude a buscarla… ¿Se la habrán robado? ¿Estará llorando? ¿Me estará llamando? Oído, radar alerta.. ¡Oh dios! Se me nubla la vista… No. No puedo llorar. Respira, respira. Mira de nuevo. Un poco a la derecha, hacia el otro lado. Nada. No la distingo. Ya pasó mucho rato, debo pedir ayuda. Justo ahora nadie se fija en mí. ¿Mi rostro no expresa desesperación, angustia, tormento? ¿No se dan cuenta, acaso? Si. Debo buscar a los guardias.
Cuando por fin el habla se rinde ante mi aflicción, la escucho:
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¡Mamá…! ¿Tú estaba’ peddida..?
¡Mi princesa, mi vida, mi sol! Tu manito pequeña, ligera y vaporosa. Tus ojitos insaciables, tu sonrisa retraída. Tus abrazos bálsamo, remedio, verano, armadura, refugio.
Mejor nos vamos a casa. Esto no se lo contaré a nadie.
Muy bueno tu relato ,anoche al escucharlo me traslade inmediatamente a un momento vivido en carne propia, no extravie a mi hijo,pero él al salir de sus clases de baseball se fue a otro lado y luego no supo que hacer.mi corazón se desgarro esa noche, es una angustia indescriptible y usted la supo plasmar muy bien. BRAVISIMOOOOOO.
Me encanta tanto este relato Lily, refleja esa angustia materna de manera tan explicita que casi puedo recordar cada vez que perdí de vista a mis pequeños y la angustia me abordaba hasta dejarme sin aliento.
Gracias Ceci. Si..! Esa angustia deja rastros en nuestros corazones, que permanecen en el tiempo… Un abrazo!