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Cuando te regalan una invitación entretenida, claro que aceptas, sobre todo si es para ir al concierto del artista que más te gusta en la vida. Y das las gracias y solo esperas la noche del recital, ansiosa, para cantar, bailar, reír, y si tienes suerte, conocer a tu cantante favorito. Y te vistes y te maquillas como si fueras a una gala, y haces tu mejor esfuerzo para verte esplendorosa, como la ocasión lo amerita.

Cuando llegas al lugar, sabes que estás en el sitio correcto y te sientes tan feliz, y tu mundo -que la mayor parte del tiempo es descolorido-, se vuelve bonito y excitante, cantando, moviéndote y creyendo que eres una bendecida de la vida por estar a pocos metros de tu amor platónico, de esa estrella mundial que todos quieren conocer y que ahora está a pocos pasos de ti.

Y la suerte continúa, porque ese día sí que era especial, porque los productores ingleses de la banda, te regalen unas entradas para asistir a una fiesta privada en el backstage, donde solo unos pocos pueden ingresar, y esa sorpresa te hace pensar que vas a estallar de felicidad, porque estarás aún más cerca de tu ídolo, de tu amor. Y después de danzar y cantar, aunque fuera desafinada durante más de dos horas, te aproximas para entrar a la fiesta que se montó detrás del escenario y ves a los músicos y ves a la gente linda, y te acercas a ellos, y te vuelves la mujer más simpática del mundo, porque estás haciendo realidad tu sueño y hablas con varios con el inglés que estudiaste por tanto tiempo y ahora comprendes que lo aprendido era para llegar a ese momento e interactuar con las personas que quieres y en el idioma que te encanta. Y de pronto aparece él:  el vocalista del grupo, guapo, más alto de lo que te lo imaginaste, entretenido, divertido y sonriente, y claro, cuando te das cuenta que no puede hablar con la chica que, primeramente y obviamente le gustó, sabes que es tu momento de intervenir o literalmente entrometerte en la conversación, porque sabes que responderás correctamente, lo que la otra mujer no supo interpretar. Y sabes que es el instante para llamar la atención de la estrella internacional, y casi no te lo crees, cuando de pronto solo te presta atención a ti. Y te sonríe y te coquetea, pero debe irse rápido, y crees que eso será todo, y el todo de ese momento, efectivamente ya es lo máximo de la vida para ti.

Pero lo que no sabes es que muy pronto venía lo mejor, y te preguntan a ti y otros pocos si quieren ir al Hotel donde se hospeda la banda para continuar con la fiesta que ya te tiene maravillada, y aunque eres tranquila y no haces cosas locas en tu vida, piensas ¿por qué no? y sigues el ritmo de las oportunidades que te brinda el momento y dices que sí a todo lo que podría mejorar esa excitante aventura. Y así, tú te vas, nada menos que, en la Van de los músicos, y conversas y le sonríes al bajista, al tecladista, al baterista y al que toca saxo, pero no al vocalista, porque se fue en otro vehículo, pero sus músicos te dicen que lo verás en el Hotel, y cuando llegas al Hyatt, te vas al bar donde, de pronto, llega el líder del grupo, y te ve y te mira distinto y penetrante, porque te reconoce, y tú lo sientes, y ya sabes que quiere algo más contigo, y te preguntas, cómo alguien cómo tú le llamaste la atención, porque entiendes que alguien como él, podría estar con cualquier súper modelo nacional, pero no, parece que te ha elegido a ti. Y sientes que la atracción crece y te calienta, y él se queda contigo y los demás te miran con envidia, y se ríe y quiere saber más y más de ti, y fluidamente, hablan en inglés por largo rato… ¡Bendito Instituto Norteamericano!, y sientes que has alcanzado la gloria en una noche donde todo se ha desenvuelto como un sueño.

Y muy rápidamente te invita a su habitación, y muy rápidamente, despacha al resto de los invitados que lo siguieron, y cuando estás a solas con él, te invita algo de beber y a comer para después prender el equipo musical estéreo y tú piensas que todo lo que está ocurriendo, lo decretaste de alguna forma y que, si un hombre como él, se fijaba en ti, sería por algo, y que al menos le parecerías atractiva y exótica. Y te maravillas, porque esa estrella mundial te baila solo a ti, y luego desaparece, pero vuelve a aparecer en una bata dorada brillante, que se abre descuidadamente y puedes ver de medio lado, su torso desnudo y su bóxer azul eléctrico, apretando su sexo, y eso te provoca, y te invita a levantarte también para danzar con él, y sientes su cuerpo, y sientes su pene erecto cuando te abraza, y te excitas más y más, descontroladamente. Y te mira con esos ojos azules intensos y observas cómo le brilla el diente de rubí, y te dejas llevar por la sensualidad del momento, y te besa tan apasionadamente que crees por un segundo que es el amor de tu vida, y te toca y te aprieta los senos repetida y cadenciosamente por encima de tu suéter, con esas manos tan largas y tan blancas, de esas manos, que solo notas que tienen los grandes artistas.

Después te toma en sus brazos y te lleva a la inmensa cama del piso 19 del elegante Hotel y tienen sexo que te deja sin aliento, en éxtasis y te hace sentir viva y deseable, y luego te invita al yacusi de la habitación, y entre el agua tibia, la espuma del jabón, las 7 velas que encendió ágil, te hace el amor varias veces y juega y te canta trozos de canciones exitosas que todo el mundo conoce, y se ríe contigo a carcajadas, mientras te toca, te penetra, y vuelve a reír, mostrándote nuevamente su reluciente diente rojo, tan rojo como su cabello, y sientes que por unos segundos que alcanzaste la plena felicidad.

Luego te secas, y él te seca, se seca, y tú lo secas, y como dos amantes se van a la cama a dormir ya agotados y muy abrazados, casi amorosamente, y al día siguiente, despiertas ansiosa de nuevos besos y de sexo, y lo despiertas, y parece que ya no te conoce tanto, te besa rápida y despreocupadamente y te ofrece que pidas desayuno o lo que quieras comer, y te dice que quiere dormir más, porque parte a Londres esa misma noche y que está exhausto, pero que le dejes tu teléfono en el escritorio de la entrada de la habitación, porque te llamará. Y si bien, una parte de ti, entiende lo ocurrido, te preguntas si de verdad querrá volver a verte, si podrás tener otro momento con él así de apasionado, pero luego dejas de cavilar y te apresuras para llegar a tiempo a tu trabajo, porque es día laboral y tu rutina comienza en unos minutos, y con tanta emoción, quieres contarle a todos lo que te ocurrió, y te aprontas a hacerlo, pero las caras agrias y el automatismo de tus compañeros, te detienen y ya no quieres relatar a nadie de allí, que hiciste tu sueño realidad y que experimentaste el mejor día de tu vida. Un momento que ya entendiste, en lo más profundo de tu corazón, probablemente, nunca más lo volverás a repetir.

FIN

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