El diagnóstico era lapidario. José Miguel tenía cáncer al estómago en grado 4. El resultado de los exámenes no dejaban margen de duda. Ahora, todo tenía sentido para Catalina. Esos dolores permanentes en el vientre, los constantes vómitos y finalmente, el último síntoma que había llevado a su marido a aceptar que debía ir al médico: no poder tragar bien.
Y sí, a quien veía ahora a su lado, tan vulnerable, era el hombre que amaba tanto: su esposo. Pero también se trataba del hombre que le había sido infiel por casi dos años, y ahora, justo en el momento que Catalina había decidido dejarlo, se encontraba con esta noticia desgarradora. Justo ahora, que había logrado ser valiente para irse -porque ya había intentado todo para que su marido dejara a su amante- pasaba esto.
Y estaba ahí, junto a su esposo, porque su suegra se lo había pedido una y otra vez, porque le suplicó que lo acompañara, diciéndole debía quedarse aún contra su voluntad, porque tenían un hijo pequeño, porque pronto vendría otro y ella debía luchar por su familia.
Pero lo cierto era que en realidad, no le preocupaba tanto lo que opinara “esa señora”, como solía llamar a la madre de José Miguel. Lo que la detenía, eran sus 6 meses de embarazo y todo lo que significaba, y por lo mismo, había planeado esperar hasta el nacimiento de su hijo para luego recomenzar su vida, y sabía, que en esa espera, debía tranzar muchas cosas.
̶ Pero doctor, dígame ¿tengo alguna posibilidad de tratamiento? –preguntó José Miguel con lágrimas en los ojos.
̶ El tratamiento debe comenzar ahora, debe hacerse quimioterapia. Le pediré a mi secretaria que le agende una hora lo antes posible, ojalá mañana – respondió secamente el doctor.
El rostro de Catalina estaba pálido y su cuerpo en shock por la noticia. Una parte de ella se decía que era el karma por todo lo que ese hombre la había hecho sufrir, pero la otra parte, sufría inmensamente, porque se trataba del hombre de su vida, el padre de sus hijos.
̶ Doctor, ¿Qué puedo hacer?, ¿Cómo ayudo a mi esposo en este proceso? ̶ preguntó Catalina perturbada.
̶ Usted, como esposa y madre, debe estar al lado de su esposo. El apoyo emocional en estos momentos es fundamental –informó el médico.
Mientras el doctor llamaba a su secretaria y le daba las instrucciones para agendar la primera quimioterapia, José Miguel, miró fijamente a su esposa, tomó su mano y la apretó con tanta fuerza, que Catalina tuvo que retirarla por el dolor.
̶ Catalina, gracias por estar aquí conmigo. Necesito mucho tu apoyo en estos momentos. Debo vivir por ti y nuestros hijos: nuestro pequeño y el que viene en camino –dijo José Miguel, mientras trataba de incorporarse y mantener cierta tranquilidad.
Catalina, si bien entendía el momento que vivía su marido, bajó la mirada, haciendo una mueca que contenía su pena, pero a la vez la incredulidad con todo lo que estaba ocurriendo.
Para volver a casa, Catalina decidió que ella conduciría, a pesar que su barriga la hacía moverse con lentitud, pero obviamente, por su estado emocional, José Miguel no podía hacerlo.
Ya en la carretera, José Miguel comenzó ansiosamente a escribir mensajes en su celular.
̶ ¿A quién le escribes? –preguntó Catalina, algo molesta.
̶ A mamá y papá. Estoy diciéndoles que debo hablar con ellos. Están preocupados. Esta noticia será terrible para ambos. Me da mucha pena causarles este dolor.
De pronto un frenazo que hizo que ambos tambalearan en sus asientos, hizo que José Miguel se asustara.
̶ ¿Pero qué te pasa mujer? ¿Por qué frenas así? Debes cuidar tu embarazo y a mí que estoy enfermo.
̶ ¿Crees que soy tonta? ¿Acaso piensas que no sé que estás hablando con tu amante?
̶ ¿En serio? ¿No acabas de darte cuenta que el médico me sentenció a muerte? Contrólate y vamos a casa en paz.
̶ ¡No! Yo sé que hablabas con ella – dijo Catalina con ojos desorbitados. ¿Y qué va a hacer esa mujer, dime? ¿Te va a acompañar ahora que estás enfermo? Seguro que no será así. ¿Apostamos? …Eres un idiota…
̶ No tengo ganas de discutir contigo…para con tu tontería…Estoy enfermo, muriendo… ¡Ubícate!
En silencio y comprendiendo que no era el momento de discutir, Catalina retomó el camino, esta vez, con dirección a la casa de los padres de su marido. Debían darles la mala noticia y planificar los próximos meses. Fundamentalmente debían hablar sobre el tratamiento de José Miguel y la forma de organizarse cuando Catalina tuviera que dar a luz.
Ya en casa de sus suegros, Catalina no pudo evitar demostrar su enojo por toda la situación. Era un enojo por tener que aceptar esa vida que ya no quería, y porque sus hijos, probablemente se quedarían sin padre. La esposa de José Miguel era un mar de sentimientos encontrados y no sabía cómo controlarlos.
̶ Yo te ayudaré con los quehaceres de tu casa, Catalina -dijo la madre de José Miguel, mientras lloraba, y a la vez, iba secando sus lágrimas. Vamos a salir adelante hijo. Yo rezaré mucho para que te sanes y estaré contigo en lo que necesites. Tú padre y yo estamos aquí para ti. Siempre lo estaremos.
Luego de cenar, la madre de José Miguel se acercó a Catalina para hablar unos minutos con ella.
̶ Catalina, esto es una prueba para todos. Entenderás que, menos que nunca, puedes dejar a tu marido. Te corresponde apoyarlo en lo que necesite.
̶ Señora, su hijo ni siquiera en este momento tan terrible, dejó de hablar con su amante. Veníamos a su casa y se puso a chatear con ella. Él me humilla sin compasión y yo estoy embaraza. Incluso a su lado en este momento, no tiene el más mínimo respeto por mí.
̶ Catalina, entiende, él es hombre y los hombres son así…Pero tú eres la esposa…ella no importa; mira las cosas en su exacta dimensión. Tú esposo -mi hijo-, puede morir. Debes sobreponerte a esto y estar a su lado. Tienes un hijo pequeño y otro en camino, y nosotros, como tus suegros, estaremos contigo. Tú eres su mujer…olvídate de esa callejera que no sirve para nada. Preocúpate de lo importante.
̶ Señora, no puedo creer todo lo que me dice. Es avalar lo que hace, porque es hombre y está enfermo, y sí, yo soy la oficial, pero me humilla y es verdad que lo amo, pero esto no está bien…
̶ Catalina, no discutas. Apoya a tu marido y a tus hijos. Tu familia es más importante que tu orgullo mal entendido.
En silencio, Catalina regresó a casa donde comprendió que debía someterse, al menos por un tiempo más, a lo que la madre de José Miguel le pedía.
En la espera del bebé y al cuidado de su marido, soportó verlo hablar por teléfono con la amante, escribirle, sonreír cuando hablaba con ella, todo esto, durante casi 3 meses. En ese tiempo Catalina le cocinó, le dio sus medicamentos y lo acompañó a las quimioterapias, aun estando a punto de dar a luz.
Con el corazón hecho trizas por la traición, una tarde, luego que José Miguel le informara que iría a ver a sus padres, porque temía morir pronto, pidió a su esposa que lo dejara en baño para asearse.
En la espera que saliera del baño, Catalina tomó el celular que su marido había dejado en el velador y lo revisó. Ahí se enteró que esa noche no vería a sus padres, si no que se reuniría con su amante. La rabia y el dolor, hizo que Catalina lanzara -con todas sus fuerzas y contra la pared- el teléfono de su esposo.
Al salir del baño, José Miguel pudo ver su móvil roto en el piso.
̶ ¿Pero qué te pasa a ti? ¿Estás demente? Es mi celular…
̶ ¿Qué es lo que te pasa a ti? ¿No tienes corazón? Yo te cuido, te alimento, te llevo al médico y tú planeas juntarte con esa mujer. Debería haberme ido hace tiempo. ¿Sabes? no quiero más esta porquería. Adiós, vete con ella y que “esa” te cuide. A ver si sirve para algo más que revolcarse contigo…
̶ Catalina, por favor, no te vayas. Yo te quiero, eres la madre de mi hijo y del que tienes en el vientre…pero quiero que sepas la verdad de una vez: a ella la amo, tú lo sabes…Y sabes también que a mí no me queda mucho. Yo voy a morir, lo sé, la quimioterapia no está funcionando. Estoy demasiado débil. Déjame usar las últimas fuerzas que tengo para despedirme de ella.
̶ ¿Por qué no me amas? – preguntó angustiosamente Catalina a su marido.
̶ Te amo a ti también…y te diré la verdad. Mi padre me llevará en una silla de ruedas a verla, porque tú sabes que ya no podré volver a levantarme. Esto es lo último que te pido Catalina, por favor. Sé que te he hecho daño, pero las cosas son así, y no lo hagas por mí, piensa que debemos mantener nuestra familia hasta el final. Ella…también lo entiende, siempre lo entendió. Déjame decirle adiós, por favor –suplicó José Miguel.
Viendo alejarse a su marido, acompañado de su padre para encontrarse con la amante, Catalina comenzó a sollozar tan descontroladamente que rompió su fuente. Comprendiendo que debía concentrarse en la llegada de su hijo, llamó al conserje para que la ayudara. El portero la asistió y pidió una ambulancia.
Catalina fue llevada a una de las clínicas más conocidas del país, donde dio a luz a su segundo hijo. Un par de horas más tarde y ya en recuperación, su celular sonó. Era su suegro.
̶ Catalina, lo siento, debo darte la noticia: José Miguel ha muerto. Mientras volvíamos a tu casa esta noche, se desmayó y no pudo ser estabilizado por los paramédicos –dijo el padre de su marido, mientras se oía a lo lejos el llanto desesperado y jadeante de su suegra.
En schock por la noticia, Catalina dejó caer su teléfono desde la cama donde estaba convaleciente y con una respiración agitada y un grito desgarrador que salió desde su pecho, pronunció desesperada y repetidamente el nombre de su marido. Justo en ese momento una enfermera ingresó a su cuarto para entregarle a su pequeño niño recién nacido, quien lloraba desconsolado, esperando ser amamantado por su madre.
FIN
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Muchas gracias Paula por tu comentario, pues justamente este cuento es una mirada a los valores, los sentimientos y lo fuerte que debemos ser muchas veces frente a la vida. Cariños.
Pascual avila
8 meses atrás
Me gusto ya que es algo que suele pasar en la vida cotidiana y no sabemos como enfrentar esto sucesos de la vida de pareja
Muchísimas gracias Pascual por tu comentario y que te haya gustado mi cuento me pone muy contenta. Saludos!
Vita
8 meses atrás
Bien escrito y muy bien narrado. Una historia que podría representar la de muchas mujeres en el mundo. Personalmente me identifico en parte con este cuento, que para mí fue una historia real.
Periodista, admiradora de la novelista chilena, Isabel Allende, busca liberar completamente su imaginación para concretar un sueño de su niñez que es llegar a ser una buena y reconocida escritora de cuentos.
En ese camino, le interesa abordar temáticas de la vida y las relaciones amorosas de las mujeres mayores de 40 años, debido que se trata de una época clave donde ocurren muchas transformaciones y replanteamientos.
Cuántos José Miguel existen en la vida de parejas, justificando infidelidades y no siendo honestos. Muy buena historia
Muchas gracias Paula por tu comentario, pues justamente este cuento es una mirada a los valores, los sentimientos y lo fuerte que debemos ser muchas veces frente a la vida. Cariños.
Me gusto ya que es algo que suele pasar en la vida cotidiana y no sabemos como enfrentar esto sucesos de la vida de pareja
Muchísimas gracias Pascual por tu comentario y que te haya gustado mi cuento me pone muy contenta. Saludos!
Bien escrito y muy bien narrado. Una historia que podría representar la de muchas mujeres en el mundo. Personalmente me identifico en parte con este cuento, que para mí fue una historia real.
Muchísimas gracias Vita por tu amable comentario y me alegra mucho que te haya gustado el relato. Saludos.