“Estación Los Héroes, lugar de combinación con línea dos. Permita bajar antes de subir”
A qué héroes se referirán. ¿Arturo Prat? No creo. Héroe nacional, ¿por qué héroe? Un héroe salva vidas, rescata gente, algo hace. Vuela, tiene superpoderes… ah, no, esos son los superhéroes, ahora entiendo la diferencia. Pero igual, los héroes triunfan. El Gato Silva es un héroe. En ese último penal nos hizo campeones de América por segunda vez consecutiva. Todavía me acuerdo viendo la tele. No me quedaba saliva, tiritaba entero, me mordía las uñas, las cejas se me levantaban solas, todos callados en la casa, doce pasos del arco, el Gato Silva con cara de nervioso mirando la pelota, corre, patea, la clava, la hizo, ¡gooooool conchocolate!, mi suegra mirándome feo, pensando que iba a decir otra cosa. Ése si es un héroe.
“Se inicia el cierre de puertas. Próxima estación: San Alberto Hurtado”
No me empujen, tranquilos, no ven que no puedo despegar mi pie izquierdo del suelo. Que poca empatía, no hay conciencia…
El Padre Alberto Hurtado igual fue un héroe. Claro, si salvó a tantos pobres y viejitos. Pero Arturo Prat, ¿qué hizo? Perdió el combate. Si pues, perdió, lo mataron le hundieron el barco y mataron a sus marinos. Tremendo fracaso. ¿Habrá saltado al abordaje al otro barco, como dicen? ¿será cierto? ¿lo habrán empujado? Y eso de la famosa arenga del Capitán Prat nunca lo he creído: “Muchachos, la contienda es desigual, pero ánimo y valor. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo…” bla, bla,bla. ¿Quién tiene tiempo de mandarse ese tremendo discurso en medio de una batalla? Imposible. Faltó que pidiera una tarima y un micrófono no más. Bueno, parece que no había micrófonos en ese tiempo. Ni el capitán Claudio Bravo, ese tremendo arquero, tuvo tanto tiempo de dar su discurso, antes de los penales de las clasificatorias. Y no le estaban disparando ni lo querían matar. Ese también me lo sé de memoria, qué emocionante: “…escuchen muchachos, me saco el sombrero ante todos ustedes. Peleamos, sufrimos, corrimos, dejamos todo adentro. No se dio, es verdad, no se dio, pero ahora, tranquilidad muchachos. No vamos a perder ni una huevá, lo vamos a ganar». Preciso y conciso. ¡Y ganaron, conchocolate, ganaron y clasificaron! En cambio, Arturo Prat se tiró al abordaje y lo mataron. Lo mataron. Ni un brillo. Ese no es héroe. Ni pinta de héroe tenía, barbón y más encima “pelao”.
Y lo otro raro es que el enemigo le haya mandado una carta a la viuda. El peruano Grau, el enemigo. Tampoco me convence. Eso de que los adversarios sean amigos, sólo pasa en el fútbol, pero en la guerra, mmm, sospechoso. Para mí que quería algo con la viuda y se estaba haciendo el lindo.
“Tren con destino a Pajaritos. Se ruega no sentarse en el piso del tren”
Acá no hay espacio para sentarse, de qué está hablando. Llevo una hora de pie. Esto de no tener auto… se me va toda la plata en metro y micro. Y la Magda de cumpleaños mañana. No se preocupe mi amor, “conmigo nada le faltará”. Tremenda mentira. Conmigo todo le falta. Lo único que tenía para darle era el tiempo y ahora ni eso tengo. Por tomar pegas malas, pero con uniforme bonito y empresa de nombre cuico. Por culpa de Arturo Prat estamos así, acostumbrados a triunfos morales no más. Gabriela Mistral tiene más de heroína. Ella sí se merece estar en un billete. Ganó el Nobel y bien ganado. Pero solo la pusieron en el de cinco mil. Y a Arturo Prat, que no le ganó a nadie, le dieron el de diez mil. No se lo merece. Los otros tres personajes de los billetes, en todo caso, no tengo idea quiénes son, pero de seguro ganaron algo. Tranquila mi patita, sé que te estás acalambrando, pero ya falta poco para llegar.
“Para un viaje seguro, utilice siempre pasamanos o manillas. Ayúdanos: no está permitido comprar a vendedores ambulantes ni donar dinero a músicos al interior de los trenes”
Justo que quería comprarle un superocho al flaco ese, que seguro no tiene trabajo. Pero igual no podría. Apenas muevo el pecho para respirar con tanta gente apretada y con mi pie, que no lo puedo levantar, menos hubiera podido acercarme para comprar. Siempre me he preguntado qué edad tendrá esa voz sensual de los parlantes. ¿Será bonita? No creo. Dios entrega una cosa o la otra, no las dos. Y debe estar vieja, llevo muchos años escuchándola. A mí me gustó cuando cierto año las estaciones las anunciaba “Willy Sabor”.
“Próxima estación: Pajaritos, combinación terminal de buses”
¡Conchocolate!, me bajo en la próxima estación y este tren sigue lleno. Tranquilo, que nada te altere, sólo mueve la pierna derecha y arrastra la izquierda, mueve la derecha y arrastra la izquierda, déjate llevar por la gente, hasta que te puedas agachar. Me falta poquito para llegar a la puerta, estoy a punto, sólo a centímetros, excelente, ahora me puedo agachar… levántate patita izquierda, déjame sacar lo que protegiste todo el camino. ¡Venga para acá mi peladito barbón hermoso!, quién iba a pensar que te iba a encontrar botado y dobladito en el piso y nadie más te vio. Con este billete de diez mil te podré comprar tu regalo Magda… Retiro todo lo dicho, ¡bendito héroe nacional!
Me encantó el relato, con vocabulario simple,muy bien narrado y muy creativo
Gracias Jéssica por tu comentario. Honrado de que te haya encantado el relato.