Esperando el arcoiris

Me da miedo escribir lo que siento, por la fuerza de las palabras, sabes? Las palabras escritas, también valen. Siento que debo escribir sobre arcoíris…

Me agobia la lluvia, el frio, los gastos, los imbéciles con cargo, los ciegos a la realidad, los sordos a la ayuda, los mudos ante las injusticias, los sueños soñados que tocando sus dedos retroceden y se alejan y vuelven a ser sueños.

No es repetir varias veces lo que me cansa. Es hacerlo con un tono y una mirada que parezca que es la primera vez. No es dejar de hacer lo que quiero, lo que me abruma. Es dejarlo por aquello que es realmente urgente y hacerlo con una sonrisa sincera. No es un espacio. No es un momento. No es la culpa. No son los olores. No son los colores. No son los errores. No son los dolores. No son las ausencias. Es el final de mi vida, que no la despido como la viví, como lo soñé. Es la bola de acero de mis 20 años que ahora es de algodón, pero igual oprime, aplasta y abarca.

Vida, no te debo. Tú me debes. Me debes la paz de mi vejez. Me debes la tina caliente con un rico aroma… Me debes el volantín y las burbujas de jabón. Me debes el silencio sin culpa. El ocio sin culpa. El polvo sin culpa. El orden sin tiempos. La calma sin interrupciones. El descanso sin final.

Yo sé que cumplirás con tu deuda: “Y un angelito vendrá volando y llegará un día de abril, y en sus alitas vendrán jugando una paloma y un colibrí…”

Y yo me deslizaré con ellos dichosa, en el más brillante y esperado arcoíris.