El rostro cansado y siempre inmutable de Mercedes cambió mientras observaba con detenimiento a su alrededor. La mujer temblaba y lloraba, por lo que Juan tuvo que abrazarla para que se calmara. Era la misma expresión y sensaciones que la mujer tuvo hacía casi 20 años, cuando Juanito, con apenas 9 años, logró lo imposible, encontrar el tesoro escondido del bisabuelo Esteban: la caja de monedas que estaba a menos de medio kilómetro de la casa patronal, bajo un montón de tierra arrumbada y frente al gran nogal que todos los lugareños admiraban.
Fue aquel día que, con el corazón palpitante y esperando que sus parientes cumplieran la promesa de repartir el botín con quien lo encontrara, el niño corrió apresuradamente por los pedregosos caminos de campo en la localidad de La Estrella para contarle primero a su madre sobre su gran descubrimiento.
-̶ ¡Mamá!, ¡mamá! encontré el tesoro del bisabuelo. Lo logré, ya sé dónde está… ¡Somos ricos! –dijo Juanito a su madre, quien sobresaltada por la noticia apartó sus manos de los vegetales con los que preparaba el almuerzo de ese día.
̶ ¿Qué dices, Juanito? ¿dónde? No puede ser. Nadie ha podido encontrar ese tesoro en 20 años ¿Y tú, un niño tan pequeño, lo encontró? Debes estar confundido, debe ser otra cosa, hijo.
̶ No mamá, sí lo encontré. Es una caja con una tapa de madera que tiene un rinoceronte dorado que parece de oro. Yo lo dejé muy bien escondido y nadie lo verá. Mira mamá -señaló Juanito emocionado.
̶ ¡Dios mío, es de oro! – dijo Mercedes, mientras el niño le mostraba una reluciente moneda.
̶ Y la caja está llena de ellas, mamá. Ya no serás más la empleada de tus primos. Además, el tío Pablo me prometió que, si yo encontraba el tesoro, me darían la mitad y con esa mitad ya no tendrás las manos más rotas, ni tendrás que trabajar limpiando y lavando tanta ropa – dijo Juanito sonriendo.
̶ Eres muy buen hijo, mi amor. Esperemos que tus tíos cumplan lo que prometieron y veamos si nos alcanza para comprar cosas para ti. Quiero que tengas ropa bonita y que puedas tener tus libros para estudiar… – dijo Mercedes, mientras miraba al cielo y soñaba con una vida mejor. ¿Y dónde encontraste el tesoro, hijo?
̶ Frente al nogal, el más grande; el que está en la entrada de las tierras de los tíos, cerca de las rosas que tanto cuida la tía Patricia. ¿Te acuerdas que hay mucha tierra a un lado? Yo estaba jugando y ahí estaba – dijo el niño, quien respiraba agitadamente y que, con su mirada encendida, parecía contagiar de energía a su madre.
̶ ¿Y qué más tenía esa caja? ¿la revisaste? –preguntó la madre.
̶ Muchas monedas diferentes y unos anillos. ¡Mamá! podremos tener nuestra propia casa y tú ya no tendrás que trabajar tanto. No pude traer la caja, porque pesa mucho. No sé cómo el bisabuelito lo llevó solo hasta allá -dijo el niño riendo.
̶ Me imagino que debe haberla llevado en una carreta, Juanito –respondió la madre.
̶ Cierto, pero igual, no puedo traerla yo solo, mamá.
̶ Debemos decirle a tu tío Pablo, –dijo Mercedes. Pero debe ser en secreto, nadie puede saberlo, porque podrían robarse el tesoro.
Minutos más tarde, al contarle al tío Pablo el descubrimiento, su inicial incredulidad terminó cuando vio la caja repleta de monedas de oro y plata.
̶ Juanito, esto va a ser tan bueno para la familia –aseguró el tío Pablo al niño. Encontraste el tesoro de la familia. El bisabuelo estaba tan enfermo de su cabeza, que pensó que le robarían y lo escondió y bueno, tú sabes la historia: nunca más lo pudo encontrar ni él ni nadie. Creo que hay mucho dinero aquí. Ayúdame a subirlo a la carreta –ordenó Pablo al niño.
̶ Tío, ¿y me dará la mitad como me dijo hace un tiempo? – preguntó Juanito ansioso.
̶ Claro, que tendrás una parte, tú lo encontraste.
̶ Gracias tío, es que a mi mamá le duelen mucho sus manos, y yo quiero que no trabaje tanto.
̶ Ya veremos, Juanito. Aún no sabemos cuánto dinero habrá aquí. Debemos contratar un tasador y después conversaremos de eso, sobre la parte que te corresponde.
Un mes más tarde, luego del hallazgo, y sin saber nada sobre el valor de esas monedas, la esposa de Pablo, Patricia, entró a la cocina, cuando Juanito ayudaba con la cena.
̶ Mercedes, ¿cómo estás? Pablo me pidió venir a verlos para decirles que está muy agradecido por el hallazgo que hizo tu hijo de la caja con las monedas del bisabuelo. Lamentablemente, deben saber que no tienen el valor que todos pensábamos. La mayoría de esas monedas eran reliquias sin valor. Claro, tú sabes Mercedes que el bisabuelo tenía Alzhaimer, y bueno, él decía que era un tesoro millonario, pero no era lo que esperábamos –informó Patricia mientras hacía una mueca y esquivaba la mirada penetrante de Mercedes. Igualmente, por agradecimiento a ustedes y por encontrar este recuerdo familiar, les queremos dar estos regalos.
Al desenvolver su regalo, Mercedes encontró un vestido, que al míralo supo de inmediato que nunca lo usaría y Juanito, luego de quitar el envoltorio, encontró un avión de juguete que el niño jamás hubiera elegido si le hubieran preguntado.
̶ Espero que disfruten sus obsequios – dijo Patricia con una sonrisa forzada. ¡Ah! y Mercedes, no te retrases con la cena hoy, porque toda esta semana hemos estado comiendo media hora después y tú sabes que comer tan tarde me hace dormir mal –agregó la mujer, arreglando su cabello y saliendo rápidamente de la cocina.
El recuerdo de ese día, trajo a la mente de Juan, las lágrimas de su madre las que se combinaron con la copiosa lluvia que se veía caer por el gran ventanal de la cocina de la casa Patronal. Una pena que se incrementó con los días, cuando los primos de Mercedes y sus hijos compraban más y más cosas, haciendo entender a madre y al hijo que el dinero había sido mucho más del que les dijeron.
El llanto infeliz de la madre dos décadas atrás, era diferente ese día cuando ya estaban frente a una nueva vida.
̶ Estoy llorando y temblando, hijo, porque estoy muy feliz. Gracias por esta hermosa casa. Este es uno de los momentos más felices de mi vida.
̶ Mamá, usted ya no se tiene que preocuparse de nada más en esta vida, solo de descansar y disfrutar. Yo la cuidaré. Ahora me toca a mí.
̶ Usted es el mejor hijo que una madre puede tener.
̶ Porque me cuidaste y me sacaste adelante sola, por eso la amo y te respeto.
̶ …Ufff hijo, mira, ¡qué tarde es! ¿Ya son las 6?
̶ Sí, mamá.
̶ Recuerda que debemos ir a ver a tu tío Pablo al hogar de ancianos…está tan solo…pasemos a comprar algo rico para él, ¿quieres?
̶ Eso es lo que te digo, mamá. Usted es tan buena, que incluso se preocupa de su primo, que la trató como una simple empleada todo el tiempo. Usted sabe muy que él nos robó la mitad del dinero de la caja con monedas que yo encontré y que nos correspondía…Eres muy buena, mamá.
̶ Hijo, entiende esto: por mucho tiempo hasta que te independizaste, yo pude trabajar y sacarte adelante estando con esa familia. Y mira, ahora cómo está tu tío que vive en la pobreza, porque malgastó todo su dinero. La vida da tantas vueltas, es así. Entonces, olvida el pasado, celebremos nuestra nueva casa y vayamos a visitar a tu tío, que hoy nos necesita.